Procedencia de la imagen: Intersindical Canaria |
Su siguiente objetivo es la introducción del espíritu empresarial en los servicios clínicos. Aquí no se trata ya de entregar directamente la sanidad a empresas, sino de constituir empresas dentro del mismo corazón del hospital o del centro de salud. Son la Unidades de Gestión Clínica (UGC). El día 4 de diciembre, la Junta de Castilla y León aprobaba el decreto que pone en marcha las unidades de gestión clínica en nuestra comunidad con la oposición de todos los sindicatos presentes en la Mesa Sectorial de Sanidad.
Las UGC aparecen bajo el siguiente paradigma: profesionales del SNS se agrupan “voluntariamente” para asumir “empresarialmente” la responsabilidad de la asistencia sanitaria en su ámbito creando una “pequeña empresa” que responde de los resultados clínicos y “económicos” en un proceso de “transferencia de riesgos” por lo que si hay beneficio residual, “ahorro”, éste revierte económicamente en los trabajadores. Además éstas microempresas pueden “competir” con otras similares como si fueran tiendas, beneficiándose así el sistema.
Pese a que las enormes lagunas que deja el decreto sobre las condiciones de funcionamiento hay elementos mas que suficientes para rechazar las UGC desde tres órdenes de consideración: para el profesional, para el sistema público y para el paciente.
A. Para el profesional
Sin ningún ánimo de la exaustividad, que corresponde a los sindicatos:
1. El director es “nombrado” directamente por el SACYL y, por tanto, de forma arbitraria.
2. El invento es un mar de incertidumbre. Medidas legales y acuerdos con organizaciones sanitarias hacen posible el paso a contratos laborales. Nada se dice de funciones específicas, responsabilidades, condiciones laborales, etc.
3. Las condiciones de los profesionales que no firmen la integración son otra gran incógnita
4. Las contrataciones futuras son “propuestas” por el director de la UGC dejando en suspenso de un plumazo los habituales criterios de ingreso, promoción y traslados.
5. La propuesta de mejora que le hacen al profesional es la obtención de incentivos económicos en caso de superávit sin establecer normas, limites ni criterios.
En resumen, para los profesionales se trata de embarcarse en una iniciativa de la que apenas saben nada. Les prometen un posible pero indefinido incentivo económico y a cambio pueden perder la condición de estatutario, derechos y condiciones laborales. Es de prever una evidente precarización.
B. Para el Sistema Público no existe ninguna evidencia sobre la mayor eficiencia del sistema que se propone.
1. El único objetivo de gestión que se persigue con las UGC es el AHORRO, no Eficiencia. La preocupación es el gasto, no la calidad.
2. Para el SNS es la entrada del caballo de Troya. La destrucción desde dentro de un sistema necesitado de reformas, acosado y herido en varios flancos, que necesita cuidados con cariño y no una infección que acabe de desestabilizarlo.
3. La fragmentación del sistema en múltiples unidades es el paso previo para el advenimiento del capital privado, eso sí, en aquellas que se vean rentables.
4. No creemos que la estructura directiva del SNS sea capaz de controlar y evaluar las futuras UGC con su gran complejidad y heterogeneidad.
5. La Atención Primaria (APS), tan exangüe y a falta de una auténtica refundación, entra en peligro de desaparición. Serán “compradas” antes que los demás servicios. Y no olvidemos una cosa: técnicamente el SNS debe descansar en una APS fuerte y resolutiva. Si algo está claro es que los basados en la APS son mejores, mas equitativos, mas justos y mas baratos.
C. Los pacientes no tienen nada que ganar en todo esto
1. El marcado acento economicista de las UGC, centrado en el ahorro, tiene al paciente como rehén.
2. La práctica de la gestión clínica, con la mejor de las evidencias y criterios de eficiencia, no necesita la parte empresarial que proponen las UGC. Este solo le aporta el grave riesgo de que el economicismo, influido por el interés de obtener ahorro, contamine las decisiones de los profesionales. Hay en el SNS Español cientos de unidades y servicios bien gestionados con excelentes indicadores y los pacientes lo aprecian.
En conclusión, mejoremos lo que hay que mejorar; prioricemos la eficiencia y demos más protagonismo a los profesionales, sí, y a los pacientes (los grandes callados). La gestión del SNS requiere gestores preparados e independientes. Profesionales de la dirección capaces de concertar a los profesionales en torno al sistema y gestionar Con-Ellos.
El SNS, uno de los primeros activos de éste país, hay que abordarlo globalmente a partir de un gran debate en el que no caben mayorías absolutas, que se centre en la eficiencia y la sostenibilidad, con base en evidencias y con metodología y criterios técnicamente consistentes. Ese es el camino y no la improvisación de medidas aisladas con la presión de intereses económicos ajenos o el empeño de adelgazar el gasto sanitario hasta donde la población lo soporte.
La privatización no es la solución, es el principio del final de Sistema Nacional de Salud. Y las UGC forman parte de ese proceso privatizador.
Diciembre de 2014
SANIDAD PÚBLICA SI – BURGOS